Para el almacenamiento,
mantenimiento, transporte y conservación de las vacunas se deben reunir una
serie de condiciones adecuadas, para lo que cabe tener en cuenta las
características propias de las vacunas, la cadena d frío con el personal y el
equipo adecuado, las diferentes normas de conservación y el transporte
(material de acondicionamiento).
Las vacunas son productos biológicos termolábiles que se deben
conservar entre 2oC y 8oC; así pues, estas se
destruyen o pierden sus cualidades a una temperatura determinada. Cuando una
vacuna pierde su eficacia, el hecho de colocarla en el frigorífico o en el
congelador no le devuelve su eficacia. En general, espacios cortos de tiempo,
como puede requerir su transporte a los centros de vacunación no afecta
sensiblemente al producto.
Algunas vacunas expuestas a variaciones de temperatura cambian de
aspecto y se modifican sus propiedades fisicoquímicas, por lo que es importante
que el personal encargado de las inmunizaciones conozca las características de
estas, así como las normas de conservación y almacenamiento. Así pues la
persona responsable de la cadena de frío en cada punto de vacunación deberá
controlar las temperaturas a las que se almacenan, el stock existente, las
fechas de caducidad y la recepción de las vacunas.
También existen neveras portátiles con acumuladores de frío
que se utilizan cuando hay que transportar pocas vacunas, y para las que se
procura un tiempo mínimo de transporte, abrirlas sólo lo imprescindible y se
evita el contacto directo de sus paredes con las vacunas.
Por último, señalar que en caso
de interrupción de la cadena de frío
por avería del frigorífico o fallo des suministro eléctrico, es necesario: anotar la hora de inicio y la
duración de la avería; mantener cerrado el frigorífico, pues las neveras están
capacitadas para mantener su temperatura interna unas 6 horas; restablecer las
temperaturas adecuadas y verificar las temperaturas máxima y mínima alcanzadas
durante la avería para tomar las precauciones pertinentes; valorar el aspecto
físico de los productos y el tipo de productos afectados; trasladar las vacunas a otro frigorífico para asegurar
su conservación hasta subsanar el problema; en caso necesario, analizar la
potencia de las vacunas tras el accidente térmico, pues esos lotes no podrán
ser utilizados hasta que se haya verificado su eficacia.
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