La idea de las vacunas
comestibles es desarrollar alimentos transgénicos que posean en su composición
la sustancia que desencadena las defensas del cuerpo. Es decir que, al ingerir el alimento en la dosis
indicada, se estaría incorporando la vacuna y previniendo la enfermedad.
Actualmente, la vacunación se
enfrenta a los grandes costos de las vacunas así como a dificultad de la
distribución en lugares remotos y de difícil acceso. Una de las ventajas de
estas vacunas es que podrían
administrarse en forma oral, lo que evitarías los molestos pinchazos y,
además, podrían fabricarse utilizando
cultivos regionales, los que permitiría el acceso masivo a la vacunación
incluso en zonas alejadas de centros sanitarios.
Considerando el grave problema
del SIDA, este hecho es de gran relevancia. La aplicación de vacunas vía oral
es una muy buena alternativa para las vacunas vía parenteral, en gran parte por
las razones de bajo costo y fácil administración.
No obstante, una preocupación importante con las vacunas
orales es la degradación de los
antígenos en el estómago e intestino antes de que puedan inducir una respuesta
inmune. Para protegerlos de ello se han desarrollado varios métodos, como
el uso de cepas recombinantes de microorganismos atenuados, vehículos de
bioencapsulación y, finalmente, las plantas transgénicas.
Una estrategia relacionada con la
de vacunas comestibles utiliza a plantas
transgénicas que expresan autoantígenos, por lo que una dosis oral de un
autoantígeno puede inhibir el desarrollo de una enfermedad autoinmune a través
del mecanismo de tolerancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario