Los pacientes trasplantados tienen
un mayor riesgo de padecer enfermedades infecciosas y de que éstas tengan una
evolución más grave. La necesidad de
vacunación de estos pacientes se
basa en la disminución de las defensas que sufren por tres mecanismos: el efecto de la enfermedad inicial, el rechazo del órgano trasplantado y el tratamiento inmunosupresor para evitar
ese rechazo.
Lo aconsejado en estos casos es inmunizar a los niños antes de
trasplantarlos, puesto que:
-
las infecciones evolucionarían en forma más
grave por la inmunodepresión posttrasplante,
-
al vacunarlos desarrollarían una respuesta
inmunológica menos eficaz,
-
y algunas vacunas podrían desarrollar efectos
colaterales o rechazo del trasplante posterior a la inmunización, aunque esto
no está demostrado.
Así pues, se requiere que por lo
menos estos pacientes completen los
esquemas de vacunación con vacunas vivas
atenuadas mínimo un mes antes del
trasplante (triple vírica, polio oral, varicela, fiebre amarilla, BCG,
antitifoidea oral y anticolérica), debido a que éstas están contraindicadas después
de este. Las vacunas inactivadas como pertussis, difteria y tétanos, se pueden
colocar post-trasplante.
Si no ha sido posible vacunar
antes de recibir el trasplante se iniciará la vacunación a los 6 meses del mismo para las vacunas frente a la hepatitis
B, Haemóphilus influenzae tipo b, meningococo, neumococo, tétanos-difteria y
hepatitis A, y después de 1 año para la vacuna frente a la gripe. No deben aplicarse vacunas de gérmenes
atenuados mientras se mantenga el tratamiento inmunosupresor.
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