El síndrome de la
inmunodeficiencia adquirida (SIDA) consiste en un deterioro muy grave del
sistema inmunitario como consecuencia de la infección del organismo por el
Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH). Esta destrucción progresiva de la
inmunidad hace que una de las complicaciones
más frecuentes en estos pacientes infectados por el Virus de la
Inmunodeficiencia Humana sean las infecciones
oportunistas, que frecuentemente son causa
de enfermedades y mortalidad entre estas personas. Además, la evolución de
las infecciones comunes es, en general, más severa en estos pacientes que en
los no infectados por este virus.
La vacunación precoz representa una de las medidas preventivas de
mayor trascendencia para el futuro de estas personas, pues en ellas la
producción de anticuerpos frente a los agentes infecciosos representa un factor
defensivo importantísimo para evitar futuras infecciones.
La respuesta inmune de las personas infectadas por el VIH a las
vacunas inactivadas está estrechamente relacionada con el estadio de la
enfermedad, siendo peor cuanto más
avanzada esté la enfermedad. Esta respuesta mejora si el enfermo está
recibiendo tratamiento antirretroviral altamente eficaz, por lo que el momento
ideal para la vacunación es cuando
estas personas hayan estado con tratamiento antirretroviral durante al menos 4
semanas.
Las vacunas inactivas (DTP, VPI,
Hib, neumococo, meningococo, gripe, VHB) no plantean ningún problema de
tolerancia ni seguridad. Las vacunas de
virus vivos están, al igual que en todos los pacientes inmunodeprimidos, contraindicadas, con la excepción de la
Triple Vírica, a menos que exista inmunosupresión grave.
Los niños con infección VIH tienen además una incidencia mayor de
infecciones por bacterias capsuladas debido a que su sistema inmunológico se
afecta por la acción del HIV antes de que hayan adquirido la capacidad para
responder a antígenos polisacáridos. La capacidad para responder a antígenos
proteicos se conserva durante el primer año de vida, pero a partir del segundo
se altera rápidamente y las respuestas son prácticamente nulas. Por ello en
estos niños el calendario vacunal debe
completarse rápidamente.
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